“En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas”.
Hay pocos mitos literarios que pueden superar el del Quijote de La Mancha, una sátira a los libros de caballerías protagonizada por un hidalgo que creía ver gigantes cuando los ojos de Sancho Panza sólo veían molinos de viento en el campo manchego. Su trama moderna e innovadora cambió el transcurso de la literatura universal y la lucha contra los molinos de viento se convirtió en la imagen más representativa del libro. Una batalla que en realidad no existía.
Ruta del Quijote
Seguir los pasos del Quijote hoy no es tan complicado gracias a que la Junta de Castilla-La Mancha ha impulsado la Ruta del Quijote, una propuesta turística para recorrer los espacios donde suceden las aventuras del Quijote.
La iniciativa propone una Ruta turística, que recorre los espacios donde suceden las aventuras y otros de interés cultural, patrimonial, artístico, paisajístico, gastronómico, y una Ruta literaria lo más fidedigna posible y con arreglo a las distintas aventuras, que parte de Argamasilla de Alba, el pueblo que los expertos sitúan como ése lugar del que Cervantes no quería acordarse.
Dónde ver los molinos de viento de la Mancha
Varias localidades manchegas con antiguos molinos de viento se adjudican el escenario de la batalla quijotesca, pero lo cierto es que en el capítulo octavo del libro donde se menciona la batalla se hace referencia a un campo con entre unos 30 y 40 molinos que muchos han interpretado como el pueblo de Campo de Criptana en Ciudad Real.
Se calcula que a mediados del siglo XIX que había 150 molinos en La Mancha, pero en el siglo XX fueron cayendo en desuso debido al uso de la electricidad para moler. En muchos pueblos fueron destruidos, pero en otros se han podido conservar tras varios trabajos de reconstrucción.
En ese sentido, podéis ver molinos de viento en varios puntos de La Mancha:
- Madridejos (Toledo): sólo queda en pie un molino conocido como el “Tío Genaro“, uno de los más antiguos de la Mancha con más de 400 años de historia. El molino está situado dentro del pueblo y conserva en su interior la maquinaria para moler el grano.
- Miguel Esteban (Toledo): encontraréis 4 molinos en lo alto de un cerro. Se caracterizan por la franja azulada al pie del molino.
- Tembleque (Toledo): podréis ver dos molinos solitarios restaurados en el año 2000 y cuyas aspas también se han repuesto en 2015.
- Alcázar de San Juan (Ciudad-Real): en el cerro San Antón son un conjunto de cuatro molinos de viento rehabilitados y bautizados con los nombres de Rocinante, Fierabrás, Dulcinea y Barcelona.
- Mota del Cuervo (Cuenca): cuenta con 7 molinos restaurados con aspas. Los dos más populares son “el Zurdo” y “el Gigante”, que es la sede de la oficina de turismo de La Mota y Museo de la Molienda.
- Campo de Criptana (Ciudad Real): uno de los lugares más espectaculares con 10 molinos de viento sobre el Cerro de los Molinos de viento.
- Consuergra (Toledo): En Cerro Calderico se levantan los 12 molinos de viento construidos a primera mitad del siglo XIX.
Breve apunte histórico
Muchos de los molinos de La Mancha que se conservan fueron construidos en el siglo XIX aunque los hay anteriores. Son molinos del tipo “torre”, con una planta circular con ventanucos para determinar la dirección del viento y tres plantas en el interior: una superior con las piedras de moler y las dos inferiores para almacén y embalaje. En la planta baja, llamada silo, se dejaban las mulas que traían el grano.
Es muy probable que estos molinos fueran introducidos como consecuencia de una sequía. En Mochileros de viaje nos desplazamos hasta Campo de Criptana y Consuegra, dos de los pueblos de Castilla – La Mancha con más molinos, para dar batalla contra esos gigantes centenarios.
Molinos de viento de Campo de Criptana
Campo de Criptana es un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real que llegó a tener una treintena de molinos de viento. Hoy se conserva diez, tres de ellos (el Infante, el Burleta y el Sardinero) con su estructura y maquinaria original del siglo XVI, lo que les ha valido para ser declarados Bien de Interés Nacional. Se distinguen fácilmente del resto por el color negro del tejado.
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Los modernos, el Inca Garcilaso, el Cariari, el Vicente Huidobro, el Pilón, el Lagarto, el Culebro y el Poyatos, fueron construidos en el siglo XIX. Los molinos se encuentran sobre el Cerro de la Paz o Sierra de los Molinos y podéis caminar por la zona tranquilamente en un paseo.
Los molinos abiertos al público son el Infante, el Burleta, el Culebro, que alberga el Museo de Sara Montiel donde se exhiben 200 fotografías y recuerdos de la actriz, el Quimera, que acoge el Museo sobre la Semana Santa de la localidad y el Molino Poyatos, actual punto de información turística.
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Molinos de viento de Consuegra
Consuegra es un pueblo situado a medio camino entre Campo de Criptana y Toledo y es uno de los mejores lugares para ver molinos de viento porque es el pueblo que conserva un mayor número (12) y porque están situados sobre Cerro Calderico, con espectaculares visitas sobre el campo manchego. Si en algún punto de La Mancha los molinos parecen gigantes es aquí.
Clavileño, Espartero, Rucio, Caballero del Verde Gabán, Chispas, Alcancía, Cardeño, Vista Alegre, Sancho, Mochilas, Mambrino y Bolero son los nombres de los molinos y para llegar hasta ellos hay que seguir una pequeña carreterilla rural que pasa frente el Castillo de la Muela, de época visigoda y recuperado por los cristianos en el siglo XII que hoy se puede visitar y desde donde también tendréis una bonita vista. ¿Defendían los gigantes al castillo? Tiene su encanto imaginarlo así.
Algunos conservan la maquinaria completa, como Sancho, Rucio, Bolero y Espartero. En el interior del molino de viento “Bolero” se sitúa actualmente la Oficina de Turismo y donde también se puede ver todo su mecanismo completo.
El lugar tiene mucho encanto y en verano con los campos de los alrededores de color ocre es cuando creo que más manchegos se vuelven. En los alrededores también podéis acercaros hasta las Tablas de Daimiel para disfrutar de la naturaleza manchega.
Casi puede escuchar en el aire este diálogo del Quijote: “–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla”.
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