Un viaje a la República Checa supone visitar uno de los países más interesantes de Europa. ¿Por qué? No es fácil encontrar lugares en los que podamos ver maravillas tan antiguas como el Reloj Astronómico de Praga, el Castillo de la ciudad o la exhuberancia arquitectónica de la ciudad vieja de la capital del país.
Si nos alejamos de Praga encontraremos ciudades de tamaño medio como Brno, que son muy fáciles de visitar en un día y que también esconden castillos y leyendas.
Pero lo que más recomendamos del país es esa mezcla cultural que se adivina tras los grises edificios de la época comunista, nueva arquitectura moderna y palacetes. Esa otra Europa todavía está allí y ahora es el mejor momento para descubrirla.
Además de su arquitectura, la República Checa por una potente gastronomía que sigue el más puro estilo de la Europa Central. En la carta abundan las carnes, los guisados y las patatas y una enorme tradición cervecera que poco tiene que enviar de la vecina Alemania. Es difícil comer mal.
Por otra parte, estamos en uno de los estados más económicos para el turista debido a que el país ha mantenido su propia moneda. Se puede comer muy bien por apenas 5-7€ y puedes beber cerveza por el módico precio de 1€. Las hay de todo tipo y es realmente una de las señas de identidad del país, así que no dudes en reservar una tarde o una noche para acercarte a una de las muchas cervecerías del país.
¿Qué más necesitas para visitar la República Checa?