Comenzaré este post hablando de una escalera. En concreto, de la escalera de madera de cetro que desde 1757 resiste inamovible bajo el alféizar de la fachada principal del Santo Sepulcro en Jerusalén. Los contrapesos, acuerdos y desacuerdos forman parte viva de un lugar tan relevante como Jerusalén. Tanto es así que, hasta detalles tan insignificantes como éste, pueden cargar tras de sí un simbolismo mucho más complejo de lo a priori parece.
Por supuesto, es el caso de la escalera. En más de 300 años apenas se ha movido de la ubicación original pese a alguna mudanza y algún que otro intento de robo.
No está muy claro quién la trajo ni por qué se dejó allí. Pero lo que es seguro es que de ahí no se va a mover en mucho tiempo: es la viva imagen del desacuerdo de las seis comunidades religiosas que gestionan uno de los lugares más sagrados del cristianismo.
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Católicos romanos, ortodoxos griegos, ortodoxos armenios, ortodoxos sirios, coptos y etíopes deben ponerse todos de acuerdo en cualquier decisión que afecte al recinto del Santo Sepulcro.
Mover o no una escalera es una de ellas y por ahora no hay acuerdo, en parte debido a los acuerdos de Status Quo. Tampoco hay demasiado unanimidad a la hora de gestionar las lámparas y velas que se colocan sobre la Piedra de la Unción entre muchos otros rifirrafes. Es sagrado para todos o no será.
Jerusalén no se entiende sin este lugar, así que os dejo las claves para visitarlo.
Cómo llegar al Santo Sepulcro
La Basílica o Iglesia del Santo Sepulcro fue uno de los espacios que visitamos durante nuestro primer día en la ciudad vieja de Jerusalén, uno de los lugares más fascinantes que he visitado. Está situada dentro de la ciudad vieja de Jerusalén, en el barrio latino. Lo vimos tras pasear por la Explanada de las mezquitas y la Cúpula de la roca, el tercer lugar más sagrado para musulmanes, y el Muro de las lamentaciones, el lugar más relevante para judíos. Así de golpe.
Hay quien se centra en sólo uno de esos tres lugares sagrados, pero nuestra visita a la ciudad no tenía fines religiosos, así que los visitamos todos.
En sentido antropológico e histórico, Jerusalén es un lugar fascinante, así que aprovechad para empaparos de todo sin prejuicios. Para llegar, simplemente deberéis seguir las indicaciones que iréis encontrando por toda la ciudad vieja. Muchos cristianos siguen el recorrido de la Vía Dolorosa compuesto por 14 estaciones de paso y que cruza buena parte del actual barrio musulmán.
La vía sigue los pasos del Vía Crucis que se supone que hizo Jesucristo cargando la cruz hasta la Basílica, levantada sobre el lugar en el que fue clavado y enterrado. En cada estación encontraréis algún objeto o señal que simboliza el paso de Jesús.
Las últimas cuatro estaciones del Vía Crucis en Jerusalén se encuentran en el interior de la Iglesia del Santo Sepulcro. La última es la más importante puesto que señala el sepulcro (recientemente restaurado) en el que fue enterrado y del que posteriormente resucitará. En este post puedes consultar el recorrido de la Vía Dolorosa por todas las estaciones.
En nuestro caso, accedimos por una vía menos ortodoxa: la entrada principal sin recorrer todas las estaciones.
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Entrada gratuita
El acceso a la Basílica del Santo Sepulcro es gratuito, como la mayoría de espacios sagrados de Jerusalén. Entrar al sepulcro u estación XIV, ubicado en el interior de la Basílica, tampoco tiene coste.
Horario de entrada y de las misas de la Basílica del Santo Sepulcro
Tras dos meses cerrado durante la crisis del COVID19 el Santo Sepulcro ha reabierto sus puertas y permite el acceso de un máximo de 50 personas a la vez.
- De abril a septiembre: de 5:00 a 20:00 los domingos y de 5:00 a 21:00 de lunes a sábado.
- De octubre a marzo: de 4:00 a 19:00 todos los días.
La iglesia está controlada por las seis autoridades religiosas y cada una cuenta con horas de oración separadas que podéis consultar en la web oficial del recinto. Antes del COVID era un lugar muy transitado a todas horas en el que llegaban muchísimos tours guiados y podía resultar un poco agobiante.
En una situación normal, si buscarais menos ajetreo os recomiendo madrugar o bien acceder a última hora. Nosotros la visitamos sobre las 15:00 y la pudimos ver bien. Hicimos unos 20 minutos de cola para entrar al sepulcro de Jesús. Deberéis vestir con decoro para entrar. No lo hagáis en shorts o con camiseta de tirantes. Recordad que estáis en un recinto religioso por muy turístico y bullicioso que sea.
Debido a la situación actual de emergencia sanitaria, se pueden producir colas de espera, ya que sólo pueden acceder un máximo de 50 personas a la vez.
Por cierto, desde hace muchos siglos, una familia musulmana se encarga a diario de abrir y cerrar el templo y de custodiar la llave. Es una de las muchas curiosidades de este lugar, algunas recogidas en este artículo tan interesante.
Visitar el Santo Sepulcro de Jerusalén
El interior de la Basílica es relativamente grande y está distribuido en varios espacios. Fue ordenada construir en el año 326 d. C. por el emperador Constantino.
Nada más entrar, veréis como muchísima gente se arrodilla con devoción sobre la Piedra de la Unción, donde Jesús fue ungido tras morir. Es una escena constante bastante impactante, especialmente si no sois muy religiosos.
Decenas de asiáticos, latinos, africanos, europeos y muchos ortodoxos (algunos portando grandes cruces sobre la espalda hasta la puerta principal) llegan corriendo para arrodillarse y frotar sobre la piedra todo lo que pueden y más: crucifijos que traen de casa, rosarios comprados en los puestos de souvenirs del exterior y hasta toallas.
Todo se frota para recoger el máximo de aceite que cae sobre la Piedra procedente de las velas y lámparas que proveen las diversas comunidades que gestionan el recinto.
Tras la piedra, veréis un gran mosaico bastante bonito que recrea escenas de la vida de Jesús.
A la derecha de la piedra vimos una escalera y una cola. Esperamos un rato sin saber muy bien a dónde íbamos. Esa escalera conduce al Monte del Calvario. Sí, en lo que se supone que antes era el monte en el que Jesús fue crucificado, ahora hay dos capillas superiores que forman parte de las estaciones X y XI del Vía Crucis.
Los ortodoxos besan la Santa roca, pero lo que más me gustó de esta sala es su espectacular decoración. Cuando subimos nos encontramos con un rezo de los franciscanos. Desde allí, se tiene también buena perspectiva de la Piedra de la Unción.
Os recomiendo dar una vuelta al recinto de la Basílica. En cualquier momento y esquina os podréis cruzar con armenios de camino al rezo, escuchar cánticos ultraortodoxos o bien presenciar pequeñas misas de órdenes latinas. Todo ello se funde con un constante olor a aceite e incienso. Como he comentado anteriormente, no esperéis buscar encontrar paz y tranquilidad porque el bullicio es constante (al menos antes de la limitación de 50 personas a la vez).
En la parte posterior de la iglesia y tras bajar una escalera accederéis a la capilla de Santa Elena, levantada por los cruzados y que ahora pertenece a la comunidad armenia. En el suelo veréis un gran mosaico que representa los diferentes pueblos armenios. Del techo cuelgan lamparones típicos del país.
En todo el recinto se pueden hacer fotografías excepto en el interior del sepulcro.
Interior del Santo Sepulcro: la tumba de Jesús
Tras 10 meses de restauración (y no sabemos cuántos de debate y acuerdo entre las órdenes religiosas), ya se puede acceder al último punto del Vía Crucis y el lugar más sagrado de todo la Basílica: el sepulcro de Jesús.
Está gestionado por los ortodoxos griegos que regulan la cola, el tiempo en el interior del sepulcro y que los turistas no hagan fotos en el interior. El sepulcro se encuentra bajo una gran bóveda y en el interior de un tabernáculo ordenado construir hace 200 años.
Hay cola para entrar, pero sólo tuvimos que esperar unos 20 minutos, puesto que se entra de dos en dos o de cuatro en cuatro según os diga el religioso ortodoxo (que no tiene mucha paciencia) y que apenas os dejará estar un par de minutillos mal contados en el interior.
Antes de llegar al sepulcro, pasaréis por la pequeña Capilla del ángel. Luego deberéis agacharos para entrar la habitáculo que conserva un sencillo sepulcro de mármol.
La verdad es que simbólico que ese recinto tan pequeño y sencillo sea el más importante y probablemente el más silencioso de toda la Basílica. Seáis o no creyentes, os animo a visitar todos los espacios del recinto. Si no os mueve la fe, os recomiendo que os dejéis llevar y observéis todo lo que allí sucede.
En general, Jerusalén merece ser recorrida sin prejuicios para entender al máximo por qué es un auténtico cruce de culturas.
Es una ciudad que me dejó bastante impresionada.
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