La Modelo, la cárcel de Barcelona, ha cerrado sus puertas tras 113 años de historia. Durante más de un siglo aquí fueron condenados políticos como Lluis Companys, homosexuales (por el simple hecho de serlo), delincuentes como el célebre quinqui El Vaquilla, estafadores, intelectuales contra el franquismo, vagos y maleantes.
Lo que en principio era una cárcel moderna, pensada para albergar 800 presos, derivó en un viejo correccional que llegó a tener casi 12.000 presos tras la Guerra Civil y que acabó engullida por la extensión del Eixample de Idelfons Cerdà. Una vieja cárcel en medio de la ciudad.
Antes de cerrarla definitivamente, el Departament de Justicia de la Generalitat la ha abierto al público y se puede visitar en el marco de la exposición temporal “La Model ens parla. 113 anys, 13 històries” con cita previa hasta el 26 de noviembre. ACTUALIZACIÓN: horarios de visita agotados.
Una prisión histórica
Además de ver las instalaciones, la visita vale la pena porque el cierre es tan reciente (se clausuró el pasado 9 de junio) que todavía cuelgan de los tablones de anuncios los avisos oficiales con los horarios de la peluquería en la prisión, la lavandería y otras normas a seguir por parte de los reclusos a fecha de 2017. Incluso pueden verse algunas pintadas y pósters en las celdas de los últimos presos.
Por otra parte, aunque se trata de una visita no guiada, la exposición cuenta con voluntarios que resuelven dudas a los visitantes. No es lo mismo que un guía turístico te informe de que ésa era la galería de los presos peligrosos a que te lo diga un expreso al que le cambia totalmente la cara nada más recordarlo. “Esa galería era muy dura…había lo peor de lo peor y muchas revueltas a causa de las drogas que se consumían dentro”, recordó uno de los voluntarios.
Entre otros comentarios nos explicaron como el patio no estaba asfaltado “y estaba lleno de ratas” y que el descubierto se cubrió con una tela “porque desde fuera los familiares y amigos tiraban de todo a los presos”. La mayoría incidían en el hecho de la vida en las celdas era muy dura, a menudo con más presos de lo que era recomendable.
6 galerías y un panaóptico
La estructura principal de la Modelo consiste en 6 galerías de dos pisos, algunas con patios conectados. El centro de la cárcel es la gran sala del panaóptico. Desde aquí se tenía una vista completa de todas las galerías.
La galería 5 se ha habilitado con una muestra que recoge la historia de 13 presos emblemáticos de diferentes épocas y que refleja como los cambios del exterior también se trasladaban al interior de la prisión. Cada celda está dispuesta a modo de homenaje a cada uno. Así, la celda de El Vaquilla está revuelta, mientras que en la de los 113 miebros de la Assemblea de Catalunya encerrados por oponerse al franquismo se les homenajea simbólicamente con su nombre escrito en las celdas. También hay homenajes al abogado Francesc Layret, al artista Helios Gómez o al anarcosindicalista Salvador Seguí.
Las otras dos galerías que se pueden visitar son la 1 y la 4. La primera estaba destinada a presos menores de edad y da acceso al famoso patio con la malla para evitar que aterrizaran paquetes desde el exterior.
La galería 4 muestra la gran conflictividad que se vivía en la cárcel durante la década de los 80 cuando la heroína y el sida hacían estragos y parecía que en cualquier momento podría haber un motín como el que impulsó El Vaquilla en 1984. Quizás es la galería más impresionante de las que se pueden visitar. Al fondo se encuentra el comedor, aunque no está permitida la visita. La sala donde se dispensaba metadona ya no se abrirá nunca más.
La paquetería
La visita acaba en dos puntos muy relevantes en la prisión: el locutorio y la paquetería. Los presos tenían derecho a 20 minutos de conversa con el exterior dos veces por semana.
La paquetería de la Modelo no tendría mayor relevancia si no fuera porque allí, en ese ambiente tan anodino entre paquetes y estanterías, el franquismo ejecutó a su último preso con garrote vil, el anarquista Salvador Puig Antich, como respuesta a una sociedad que reclamaba cambios.
La silla no está, pero en su lugar hay un haz que luz en su recuerdo. A tan sólo un par de metros está la salida donde se venden los últimos productos elaborados en los talleres de la cárcel.
La transformación de la Modelo es uno de los retos de Barcelona y su destino se acabará de decidir en un proceso participativo que organizará el Ayuntamiento. La represión dará lugar a nuevos equipamientos para el disfrute, por fin, de sus vecinos.
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