Si Dubrovnik es la ciudad más turística de Croacia, Split es la segunda ciudad más visitada del país. Al igual que la primera, es un lugar muy accesible para visitar a pie: las distancias entre los principales puntos de interés son cortas y la ciudad está bien conectada por tierra y mar. La estación de tren está justo al lado del puerto desde donde salen numerosos barcos que conectan con las islas de la costa dálmata.
Llegamos casi al atardecer a la estación de buses. Ya nos dijeron que en Croacia es habitual que te ofrezcan alojamiento en casa de particulares en las estaciones. Eso fue lo que nos pasó. Nada más bajar del autobús, se nos acercaron varias personas ofreciéndonos una habitación pero rechazamos todas las ofertas. Ya habíamos reservado unas horas antes un apartamentos a través de Internet (Nota: En Croacia son más habituales los apartamentos que los hostels). Desde la estación al centro apenas tardamos unos pocos minutos andando.
El centro histórico destaca por las bien conservadas ruinas del palacio de Diocleciano. Este emperador romano ordenó levantar un gran palacio de planta cuadrada como lugar de retiro. Hoy en día se conservan numerosas estancias, puertas y columnas que se extienden a lo largo de varias calles y que conforman el bello centro de Split.
Un concierto entre ruinas romanas
El corazón de la ciudad está en la plaza del Persitilio (ver primera foto): a un lado encontramos la Catedral de San Duye, a cuyas puertas encontramos una pequeña esfinge; al otro se extiende una plaza rodeada de arcos. Hay varios chicos disfrazados de soldados romanos con los que te puedes fotografiar (es muy fake). Pero sin duda lo mejor de la plaza es su ambiente nocturno. En las noches de verano un músico toca desde las puertas del bar Luxor, situado en la esquina. Mucha gente acude para escucharle… ¡y para bailar! Hay cosas en un viaje que no te esperas y que te sorprenden. Y desde luego llegar a las doce de la noche a esta plaza y encontrarte a más de 150 personas bailando y cantando “Don’t worry be happy ” es una de ellas. No llevar cámara en ese momento es algo de lo que te arrepientes. Si puedes, no dudes en acercarte a esa plaza a partir de las 20.30h en una noche en verano si buscas escuchar música en acústico entre ruinas romanas.
Otros restaurantes de los alrededores también contratan a grupos acústicos para tocar en los bares hasta bastante tarde. También hay alguna que otra discoteca al aire libre. En general, nos sorprendió gratamente el ambiente musical de la ciudad (y el sorprenderte amor por la música latina de los croatas…).
Estatua de Grgur Ninski
Además de los restos del gran palacio en el centro de Split también visitamos el mercadillo, el Templo de Júpiter y varias de las antiguas puertas que daban acceso al gran palacio. La más espectacular es la norte, donde está la gran estatua de Grgur Ninski, el obispo medieval croata que se opuso al Papa y a los medios oficiales de la Iglesia, e introdujo la lengua nacional en los servicios religiosos después de la Gran Asamblea en el año 926. Frotarle el pie dicen que trae suerte.
Como Split no es mucho más grande y dado que hacía bastante calor nos animamos a la isla más cercana para bañarnos en la playa antes de tomar el tren nocturno que nos llevaría a Zagreb.
Gastos del día:
- Taquillas en la estación de tren: 15kn/2€
- Cerveza: 3€
- Comida low cost take away: 4€


