Parece un tópico, pero una visita a los Templos de Angkor te hace sentir como Lara Croft o Indiana Jones. Los templos estuvieron cubiertos bajo la espesa selva camboyana durante muchos siglos tras el declive del imperio jemer. Hoy en día, el moho, las raíces y las ramas de los árboles siguen recubriendo las paredes de muchas edificaciones pese a la gran tarea de restauración practicada. La historia es el principal encanto de Angkor.
Este conjunto de templos cerca de la ciudad de Siem Reap está considerado el recinto religioso más grande del mundo. La silueta del templo principal, Angkor Wat, está en la bandera de Camboya, en los billetes y por supuesto forma parte de la marca de una cerveza local. Es el gran símbolo del país.
Al llegar puedes sentirte abrumado debido al gran tamaño del recinto, con cientos de templos de todos los tamaños repartidos por una gran área. En mi caso, optamos por comprar un pase de 3 días (40$ que vale la pena pagar) y desplazarnos por tuk-tuk aunque también puedes hacerlo en bicicleta. (Consulta más información práctica sobre cómo visitar Angkor clicando aquí).
Durante dos días (el tercero descansamos de tanto templo) recorrimos las ruinas de Angkor, asombrándonos ante cada nuevo descubrimiento. Si estás planeando una visita, a continuación puedes saber más sobre los templos principales que no deberías perderte.
Angkor Wat: el gran templo
Es el templo principal y el mejor conservado. Se accede nada más cruzar la entrada principal y el espectacular foso cuadrado que lo rodea. Este templo destaca por su tamaño y por la torre Bakán, la más alta, y a la que puedes acceder subiendo por una empinada escalera a la que sólo tenían acceso el rey y el sumo sacerdote. También cuenta con cinco templos más pequeños formados por numerosas cámaras, patios, esculturas y frisos de gran belleza. Para entender esta construcción tan imponente hay tener en cuenta que fue construida como tumba imperial.
Durante los años de abandono del templo sólo quedaron los monjes por allí. Hoy en día es fácil verlos por la zona rezando.
Bayón, el templo de las caras sonrientes
Este complejo de culto de estilo budista es admirado por las más de 200 caras sonrientes esculpidas en piedra, cada una totalmente diferente a las demás. Están orientadas hacia los cuatros puntos cardinales y están esculpidas también en torres. Recuerdo que visitamos Bayón de buena mañana, sin ningún otro turista por la zona, tras madrugar mucho para ver el amanecer en Angkor Wat (el recinto se abre a las 5:00 de la mañana). Una experiencia única.
El templo de Bayón está situado en el centro de la antigua ciudad fortificada de Angkor Thom a la que también pertenece la Terraza de los Elefantes.
Terraza de los elefantes
Al norte de Bayón encontramos la Terraza de los elefantes, una gran construcción de 300 metros piedra con elevación de 2,5m desde donde el rey presenciaba los desfiles militares que partían desde la Puerta de la Victoria. Toma su nombre de las esculturas de elefantes que decoran el exterior de la terraza. En la parte norte se encuentra otro edificación interesante, la Terraza del Ley Leproso con cuidados murales. Hay varias interpretaciones sobre el porqué de este nombre, como la que cuenta que el rey Jayavarman VII era leproso.
Jayavarman reinó durante la época de esplendor de Angkor y construyó varios templos importantes como Ta Prohm en honor a su madre y Preah Khan en honor a su padre.
Ta Prohm: el templo del árbol
Uno de los templos más conocidos de Angkor. Fue un monasterio budista y actualmente es el mejor ejemplo para constatar los efectos del paso del tiempo. Durante las tareas de restauración, se decidió dejarlo tal y como fue encontrado tras siglos de abandono. El elemento más impactante del templo es el enorme árbol que crece literalmente sobre una de las galerías del templo. También puedes ver múltiples raíces penetrando entre las piedras, rompiendo muros y tirando piedras sobre el suelo.
Ta Keo: el templo inacabado
Ta Keo es otro templo budista ordenado construir por el rey Jayavarman V. Tras el derrocamiento de su sucesor, las obras se paralizaron, por este motivo apenas tiene decoración. Además de su imponente fachada, esta edificación destaca por las terrazas rectangulares concéntricas, cada una de mayor altura a la anterior.
Los escalones para subir por cada uno de los niveles son cada vez más enormes y la subida puede provocar vértigo a más de uno. La escaleras llegan a tener una inclinación de 55º. Pero el esfuerzo para subirlas vale realmente la pena, desde lo alto se puede apreciar la gran obra de ingeniería necesaria para levantar un templo así.
Preah Khan: raíces entre piedras
Este santuario combinaba las funciones de ciudad, templo y la universidad budista, y contaba con casi 100.000 funcionarios y empleados, entre ellos 1.000 bailarines. Al igual que Ta Prohm, es un templo donde las tareas de restauración fueron mínimas con el objetivo de dejar visibles los efectos de los árboles, que poco a poco fueron devorando el templo.
Es una gran edificación de una sola planta por la que podrás caminar por varias estancias semiderruidas, enfilarte sobre rocas caídas y muros y descubrir raíces de varios árboles cada cuál más grande y más espectacular que la anterior.
Banteay Kdei: misterio
En Angkor puedes estar horas y horas dando vueltas, descubriendo pequeños templos y grandes obras de arquitectura. Para no agobiarse, lo mejor también es dejarse llevar un poco. Así fue como descubrimos Banteay Kdei, un templo que tampoco ha sido restaurado al completo y que destaca por el enorme árbol que se levanta en la parte posterior donde me tomé esta espectacular fotografía. Por cierto, a veces entre los templos de Angkor te encuentras personajes singulares.