A mediados de los 70, el líder comunista Pol Pot instauró en Camboya un régimen de terror basado en el maoísmo y el estalinismo que obligó al país a una ruralización forzada de todas las ciudades. Se calcula que en apenas unas semanas casi dos millones de personas tuvieron que abandonar las urbes para ir al campo y dedicarse a la única actividad económica permitida por el régimen: la agricultura.
En la enfermiza mente de Pol Pot y los jemeres rojos de la Kampuchea Democrática la colectivización de la tierra era el medio para acabar con las clases sociales. En menos de dos meses se había creado una sociedad maoísta agraria.
El Genocidio de Pol Pot en Camboya
Además del éxodo urbano, el régimen aplicó una dura represión contra profesores, intelectuales, comerciantes y contra cualquier persona que tuviera algo considerado como capitalista. Llevar gafas, tener un diente de oro o saber leer eran causas justificadas para purgar a la población.
Se crearon campos de trabajo y de la muerte para prisioneros, se planificaron ejecuciones masivas, y en definitiva, el proceso de “limpieza” se calcula que se llevó por delante a entre millón y medio y tres millones de camboyanos durante 1975-1979.
En términos porcentuales, está considerado el mayor genocidio de la historia ya que se calcula que se exterminó a una cuarta parte de la población. La capital del país Phom Penh fue uno de los lugares cuya población sufrió más represión.
En 1976 en una antigua escuela se instauró la cárcel de Tuol Sleng (S.21), un centro de interrogatorio, tortura y ejecución por el pasaron al menos 14.000 durante el breve régimen de Pol Pot. Sólo 12 personas sobrevivieron en este centro.
Hoy en día, allí está el Museo del Genocidio, el lugar que recuerda que el país de los maravillosos templos de Angkor fue durante un territorio dominado por el horror.
Visita a la Cárcel de Tuol Sleng – Museo del Genocidio
El recorrido comienza por las antiguas aulas habilitadas como salas de tortura. Se muestran con algunas de las herramientas utilizadas para sonsacar información a los prisioneros. En las salas hay diversas fotografías del proceso de tortura y ejecución, ya que los gestores de la cárcel fotografiaban a los prisioneros al entrar y durante los bárbaros interrogatorios.
Todo sospechoso era arrestado junto con su familia.
Las ventanas de las clases están tapiadas y alambradas. Pese haber tan pocos elementos (ni sillas, ni camas, apenas cuadros), es un lugar que estremece. En el patio se ha dejado la estructura desde donde se ahorcaba a los prisioneros.
Tras las aulas, la visita prosigue por el Museo donde se recogen numerosos documentos que explican el genocidio.
Es especialmente interesante ver las fotografías que se hacían a los prisioneros nada más entrar: en algunas fotos puedes ver el miedo, en otras el rictus es desafiante. Las fotografías también documentan lo que pasaba en los campos de la muerte.
De hecho, otra visita interesante para conocer la dramática historia del país está situada a unos 15 kilómetros de la capital. En el Memorial de Choeung Ek se conservan los cráneos de 5.000 camboyanos que fueron asesinados allí.
Tras la invasión vietnamita que acabó con la dictadura de los jemeres rojos se instauró en el país una monarquía institucional que ha intentado sacar hacia adelante el país aunque con escasos resultados.
En comparación con la vecina Vietnam o Tailandia, Camboya es un país bastante más pobre. Resulta chocante viajar por la carretera y ver carteles institucionales recordando a la población que es importante que los niños estén escolarizados y proporcionando números de teléfonos oficiales para denunciar actitudes pedófilas.
Es un país que ha sufrido, pero que cuenta con una joya turística y monumental que puede sacarlo hacia adelante. La visita a la cárcel de Tuol Sleng es imprescindible para acercarse a la historia del país.