Disfrutar de la gastronomía local suele ser uno de los alicientes de un viaje. No hace falta ir a restaurantes exclusivos, muchas veces la comida popular es lo suficientemente sabrosa para disfrutar de nuevas experiencias culinarias.
En el caso de Bélgica, sucede que la cerveza es una parte fundamental de la tradición culinaria del país. Muy reconocidas son las amplias variedades de cerveza artesana belga, que van mucho más allá de las rubias que hasta hace poco se vendían como el único tipo de cerveza en los supermercados españoles.
Personalmente, disfruto con las cervezas de fermentación alta tipo pale-ale, aunque una buena ligera lager con un toque ácido siempre resulta muy refrescante.
La cerveza como producto gourmet y artesano ha llegado al consumidor y hay suficiente variedad como para jugar a descubrir sabores. En eso, los belgas van por delante.
Lovaina: capital de la cerveza artesana
Es difícil pensar en viaje a Bélgica sin asociarlo a la posibilidad de descubrir nuevas variedades artesanas.
En ese sentido, Lovaina es una de las ciudades de referencia de la cerveza. Se calcula que hace un siglo existían en esta ciudad situada a apenas 30 minutos de Bruselas casi 800 cervecerías artesanas.
La primera Stella Artois se elaboró en esta ciudad universitaria en 1425.
La ciudad cuenta con muchas rutas que visitan cervecerías y experiencias turísticas asociadas a la cerveza.
Uno de los eventos de referencia son los Leuven Beer Weekends, diversas actividades relacionadas con la cerveza que durante el próximo mes de abril tomarán la ciudad a modo de festival.
Maridaje de cervezas y recetas medievales
Si hablamos de experiencias relacionadas con la cerveza, los maridajes son una de las propuestas más interesantes. Hablamos de maridar, el arte de combinar y buscar afinidades entre cervezas de todo tipo y alimentos que contrastan o complementan ese sabor.
Nunca había participado en ningún maridaje hasta que el pasado 14 de marzo tuve la oportunidad de participar en uno organizado por Visit Leuven en el Espai Brossa de Barcelona.
La sesión estuvo conducida por Jakob, el experto en cerveza de Leuven Beer Hop. Y los cocineros fuimos todos los participantes.
No hay nada como pasarlo bien cocinando. Luego siempre esperas ese momento de probar cada plato y ver las reacciones de tus compañeros.
La propuesta fue descubrir el contraste de sabores de tres buenas cervezas artesanas muy diferentes entre sí con recetas tradicionales e históricas de la gastronomía belga (en concreto, del Renacimiento y los siglos XVI y XVII).
Por cierto, abrimos el evento degustando champagne-cerveza, una variedad burbujeante, aunque con un sabor menos duro que el del champagne que personalmente me sorprendió bastante.
Método ABC de maridaje
Los maridajes suelen seguir el Método ABC. O lo que es lo mismo, Acompañar, Puente (Bridge) y Contrastar. En esta sesión realizamos tres propuestas en ese sentido:
Empezamos con una propuesta para acentuar o acompañar sabores en un mismo tono equilibrado en el que destaca tanto la cerveza como el plato.
En ese sentido, abrimos con un estofado de pato especiado maridado con una Super Kroon con mucha malta. De las tres cervezas que probé está fue la que más me gusto porque es una cerveza afrutada con mucho sabor.
El paso B, de bridge o puente, consiste en intentar que tanto bebida como el plato se fundan en un único sabor reconocible. Se establece así una nueva conexión, un puente de sabor entre el plato y la cerveza.
Para esta experiencia, se nos propuso un maridaje de Moerteroel o estofado de pollo y ternera, que incluía muchas especias y pan para espesar la salsa, con una Natte Ferme Saison, una cerveza de sabor más ligero y suave aportó nuevos sabores al plato.
Por último, la C. Un contraste fuerte entre la cerveza y el plato degustado. En este sentido, la cerveza Kriek obtenida por cerezas agrias consiguió ese objetivo.
Esta cerveza me sorprendió mucho porque me esperaba un sabor muy dulce por su aspecto y fue todo lo contrario. Fue la cerveza más amarga de las tres, un golpe seco en la boca ideal para contrastar con una dulce tarta de queso del siglo XVI.
Acabamos el maridaje probando otro de los productos estrella de la gastronomía belga: el chocolate en forma de bombones.
Cada uno de forma y sabor diferente, unos salados y alguno hasta con absenta.
Si viajáis a Bélgica y a Lovaina en concreto, os recomiendo disfrutar de una experiencia así. Pasaréis un buen rato de la mano de expertos que os guiarán por este proceso de maridaje que no es otro que el arte del buen beber y comer
Ya sabéis cuál es la capital de la cerveza.