“No nos van a perdonar”. Ése era el mayor temor de Churchill consciente de que el desembarco de Normandía junto a Estados Unidos y Canadá para liberar Francia iba a suponer un alto coste humano entre la población francesa. Tras muchas dudas, asumió el riesgo y el 4 de junio de 1940 pronunció unas famosas palabras que ya presagiaban su determinación:
“Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla“.
Winston Churchill, primer ministro inglés
En Normandía encontramos las playas más próximas a París. También el Senna, que sale de la capital francesa para desembocar en el Canal de la Mancha por la ciudad normanda de Le Havre, y que a su paso cruza también la capital de la región Rouen donde siglos atrás la joven militar Juana de Arco fue quemada por los ingleses.
Ya en la costa, las vacas pastan junto al mar, se cultivan muchos manzanos que dan sidra y los franceses encuentran allí un refrescante destino vacacional lejos de las multitudes de la Costa Azul.
Ruta por las playas del Día D y escenarios de la Segunda Guerra Mundial en Normandía
Uno de los alicientes de recorrer Normandía en un viaje por Francia consiste en seguir el curso de la historia que cambió Europa y que puso fin a siglos de guerras y luchas entres las principales potencias. Si te gusta la historia y piensas viajar a esta región no debes perderte una ruta por las playas del Día D (el 6 de junio de 1944) y principales escenarios de la Segunda Guerra Mundial.
Tal y como preveía Churchill la batalla fue durísima con muchos costes humanos y la mayoría de pueblos de la costa quedaron sepultados bajo los bombardeos. Su posterior reconstrucción es el gran símbolo de la recuperación. Y no hay nada mejor que disfrutarlos en verano.
Homenaje a los canadienses en Dieppe, el primer destino vacacional de Francia
Es 1890 y la burguesía parisina ha redescubierto las bondades de la brisa marina y el sol. Eligen Dieppe como un buen lugar para pasar unos días y lo convierten en el primer destino vacacional de Francia. Señores y sus esposas acuden con camisetas de tirantes y pantalón corto al puerto de esta ciudad en busca de buen tiempo y deciden construir coloridas casetas de playa, otro de los emblemas de la zona.
200 años después Dieppe sigue siendo un lugar popular para relajarse frente al mar, ver cómo asoman los famosos acantilados de la costa de Étretat y subir hasta lo alto del castillo para ver las fabulosas vistas de la ciudad.
A los pies del castillo hay un monumento que nos recuerda que entre verano y verano hubo algo más que el paso del tiempo: la Batalla de Dieppe, que enfrentó a un conjunto de unidades canadienses y británicas contra las tropas nazis. La batalla (el 19 de agosto de 1942) fue un desastre para los aliados: de los 6.086 hombres que llegaron a la costa, 4.384 fueron muertos, heridos o capturados por los alemanes. La mayoría de ellos fueron canadienses y desde entonces un memorial homenajea a los caídos. Es el punto inicial que te propongo que esta ruta por las playas del Día D y de la Segunda Guerra Mundial.
Cerca del Memorial encontrarás el museo “Le Mémorial du 19 août 1942”, uno de los muchos pequeños museos locales que salpican la costa normanda y los pueblos de interior.
Memorial de Caen, el más grande y relevante de Normandía sobre la Segunda Guerra Mundial
¿Qué hacen cientos de turistas metidos en un gran museo en plena canícula de verano? La ruta por las playas del Día D sigue hasta el Memorial de Caen, situado a las afueras de esta ciudad de interior de la Baja Normandía. Se trata de un gran recinto de varias plantas que detalla el auge del nazismo y posterior desarrollo de la guerra hasta la liberación final de Europa.
Objetos cotidianos, fotografías, proyecciones y cartelería explican los años más duros de la Europa del siglo XX en una visita a las que debes destinar un mínimo de 3 horas. Lo más interesante es la proyección en una pequeña sala de cine de un cortometraje centrado en el desembarco. El resto del museo es también recomendable, pero me pareció un tanto genérico.
Además del museo, Caen es una ciudad con puntos relevantes como los restos del castillo medieval construido en 1060 por el normando Guillermo de Inglaterra, quién exitosamente conquistó Inglaterra en 1066 y las espectaculares Abadía de los Hombres y Abadía de las Damas.
Playas del Día D: De Sword Beach a Omaha Beach un día de verano
Desde de Sainte-Honorine-des-Pertes hasta el oeste de Vierville-sur-Mer se extiende una larga playa con un buen trozo que costa. Puedes andar profundo bastantes metros adentro hasta que el agua empieza a cubrirte más arriba de las rodillas. Las gaviotas juegan con las olas y las familias vuelan cometas.
Nadie diría que este escenario tan agradable fue años atrás la sangrienta Omaha Beach, “Bloody Omaha” como la apodaron los soldados. También es el mismo lugar donde la cámara de Robert Capa inmortalizó el 6 de junio de 1944 a un solado norteamericano medio sumergido en las aguas, una imagen que dio la vuelta al mundo por su relevancia histórica.
Los aliados prepararon a conciencia el desembarco de Normandía y rebautizaron con nombres clave varios puntos de las costa normanda: Utah Beach, Omaha Beach, Gold, Juno y Sword Beach. En Omaha las tropas estadounidenses se encontraron una férrea defensa alemana y una playa plagada de trampas con minas. Unos kilómetros más allá en Sword Beach, situada entre las poblaciones de Ouistreham y Saint-Aubin-sur-Mer, desembarcaron cerca de 29.000 tropas británicas.
Hoy las playas han sido devueltas a la ciudadanía. Bañarse allí tiene algo diferente: no sólo por el agua fría, mucho más por el peso de la historia y la conciencia de saberse uno en un lugar clave.
Tras los restos del muro atlántico en Longues-sur-Mer y Pointe du Hoc
Hitler nunca tuvo duda de que el ataque aliado se produciría por el Canal de La Mancha. Por ese motivo, poblaciones francesas como Calais o Dunquerque cerca del Canal fueron muy disputadas por los alemanes como punto estratégico. Además, el Führer decidió proteger la costa atlántica con todo tipo de búnkeres, trincheras y fortificaciones. Se construyeron un total de 15.000 edificios para los que se usaron 11 millones de toneladas de hormigón y 1 millón de toneladas de acero. El nombre de tal defensa no podía ser más contundente: el Muro Atlántico.
Los aliados sabían de la preocupación de Hitler y le engañaron. Decidieron desembarcar en Normandía, una zona mucho menos vigilada, y despistaron a Hitler escenificando una invasión fantasma por el Canal de La Mancha. A diario miles de soldados, tanques y barcos se movían de un lugar a otro en la población británica de Dover cerca del Canal. Eran movimientos que no llevaban a nada y asentamientos militares sin más objetivo que despistar a los nazis. Incluso se enviaban a diario mensajes falsos por radio.
Los búnkeres del Muro Atlántico en Normandía
Normandía estaba mal protegida, pero tenía algunas fortificaciones del Muro Atlántico. Hoy puedes visitar dos puntos estratégicos: las tres baterías aéreas en Longues-sur-Mer y las de Pointe du Hoc, una zona de acantilados cerca de Omaha Beach por la que los Rangers estadounidense accedieron escalando por los peñascos.
La visita a ambos es muy recomendable en una ruta por las playas del Día D en Normandía. Las baterías son auténticas moles de hormigón que se mantienen bien conservadas y puedes visitarlas por dentro. En Pointe du Hoc puedes ver además los huecos en la tierra que hicieron los muchos proyectiles que cayeron por la zona.
Arromanches-les-Bains: un museo al aire libre del desembarco
Los niños juegan con el agua el agua bajo un sol de justicia y sobre la poca arena que deja libre la marea alta en un día de verano de 2020 . A pocos metros sobresale de la superficie uno de los restos del Puerto de Mulberry B, construido para abastecer a la tropas aliadas cerca de Omaha Beach.
Durante el tiempo que estuvo en funcionamiento, desembarcaron en este puerto 2,5 millones de personas, 500.000 vehículos y 4 millones de toneladas de suministros. Para construirlo se utilizaron bloques de hormigón perforado que fueron transportados a través del Canal de la Mancha para ser hundidos frente a Arromanches.
Hoy Arromanches-les-Bains es un típico pueblecito normando de la costa donde conviven el olor a crêpes y los restaurantes de delicias del mar (la especialidad local) con un turismo que quiere explorar el pasado y que compra souvenirs del Dia D. Frente a la playa se pueden ver algunos tanques aliados (también en la zona alta del pueblo) y no falta un nuevo Museo del Desembarco.
Cuando fuimos, a media tarde y mientras nos comíamos un helado para refrescarnos apareció un grupo de gaiteros escoceses. Estos músicos solían tocar sus instrumentos en las batallas en las que los soldados de las highlands se habían visto envueltos. Ése es el ambiente de Arromanches-les-Bains: helados y recuerdos.
Cementerios de la Segunda Guerra Mundial en Normandía: estadounidense, inglés, canadiense y alemán
T.E. Forrester (Canadá), 21 años. L. Bateman (Reino Unido), 20 años. John R. Harber (Estados Unidos), 19 años. Hermann Lüdemann (Alemania), 20 años. Una de las cosas que más sorprende cuando recorres los cementerios de la Segunda Guerra Mundial en Normandía es la juventud con la que perdieron la vida la mayoría de los soldados que lucharon al final de la guerra quisieran o no luchar en la guerra.
El cementerio más grande en extensión es el estadounidense a las afueras de Colleville-sur-Mer, donde reposan alineados sobre un suave terreno ondulante cerca de 10.000 soldados. Es el único en el que no puedes caminar entre las cruces y alguna estrella de David, pero que impresiona por sus dimensiones y el aire patriota y solemne del recuerdo estadounidense.
Todo lo contrario al blanco sepulcral es el cementerio alemán de La Cambe situado a las afueras de Bayeux. Están enterrados cerca de 22.000 soldados alemanes bajo unas pequeñas cruces cristianas esculpidas en roca negra calcárea agrupadas de cinco en cinco y discretas lápidas también de roca negra. En el centro se habilitó una fosa común hoy cubierta por un túmulo coronado por otra gran cruz negra.
El cementerio militar de la Commonwealth en Bayeux es el más diverso: hay británicos, pero también canadienses, neozelandeses, australianos, sudafricanos, polacos, franceses, checoslovacos, italianos, rusos y alemanes. No por menos conocido es menos interesante el discreto memorial canadiense de Bény-sur-Mer, uno de los mejor diseñados y que permanece impoluto algo solitario.
Normandía los unió a todos en la muerte y el recuerdo es para todos.
El soldado colgado en Sainte-Mère Église
Es la madrugada del 6 de junio de 1944 y el paracaidista estadounidense John M. Steele se lanza sobre el pueblo de Sainte-Mère Église, situado casi en la punta occidental de Normandía. Los paracaidistas fueron objetivos fáciles para los nazis y Steele fue de los pocos que sobrevivió. Su paracaídas quedó atrapado en uno de los pináculos de la torre de la iglesia quedando suspendido sobre la parte trasera de ella desde donde observó como asesinaban a sus compañeros. La vergüenza de quedarse colgado quedó superada por la suerte de salir con vida.
Steele simuló durante dos horas estar muerto hasta que los soldados alemanes lo tomaron prisionero. Más tarde, pudo escapar y se reincorporó a su división junto a las tropas estadounidenses.
Hoy Sainte-Mère-Église suele ser el inicio o final de una ruta por las playas del Día D de Normandía. La villa es otro punto turístico de costa aunque lo más visitado es la iglesia de la que Steele quedó colgado y que le recuerda con un maniquí con paracaídas también colgado de la torre en la que se pueden apreciar agujeros de metralla.
La película El día más largo recuerda una de las anécdotas de la Segunda Guerra Mundial en Normandía. Tal y como predijo Churchill, el coste humano fue alto, pero el perdón llegó y fue clave para la reconstrucción de Europa. Muchos lo lucharon hasta la muerte en estas fabulosas costas.
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