El lugar más mitificado de todo Los Ángeles (con permiso del letrero de Hollywood) apenas ocupa un par de calles. El Paseo de la fama atrae cada año a millones de turistas hasta las aceras de Sunset Boulverd y Vine Street para ver las cerca de 2.000 estrellas de cinco puntas que homenajean a destacadas personalidades que han contribuido al crecimiento de la industria del cine.
Para la mayoría de mortales, esto será lo más cerca que estaremos de las estrellas de Hollywood.
Pasear por allí supone sortear a muchos turistas, entrar y salir de tiendas de souvenirs para comprar merchandising de tus películas favoritas y hacerte fotos con imitadores de Michael Jakcson, el capitán Jack Sparrow o Spiderman a cambio de unas monedas o algún dólar.
Por supuesto, es casi de obligado cumplimiento fotografiarse junto a la estrella de tu actriz/actor/director favorito.
Qué ver en el Paseo de la fama:
Grauman Chinese Teather
El epicentro del paseo es el Grauman Chinese Teather, un gran teatro de fachada oriental inaugurado en 1927, y en el que se siguen proyectando películas. También es conocido por ser el lugar al que acuden estrellas como Tarantino o Ben Stiller para inmortalizar las huellas de sus manos, pies o su firma sobre el suelo a las puertas del teatro durante pre-estrenas.
Además de estrellas recientes, puedes ver las las huellas de intérpretes clásicos como John Wayne o Meryl Streep.
And the Oscar goes to…Dolby Theater
A pocos metros se levanta el Dolby Theater, un lugar inaugurado en 2001 para albergar la ceremonia de entrega de los premios Oscars. Puedes acceder por el pasillo por el que cada año se extiende la alfombra roja y sentirte por unos segundos como Angelina Jolie.
Aunque lo más interesante es dar una vuelta por la zona posterior donde hay un pequeño centro comercial abierto desde donde se puede ver una de las vistas más típicas de la ciudad: la calle Highland Ave con el famoso letrero “Hollywood” al fondo y que tantas veces hemos visto en centenares de películas.
Lo mejor es subir unos pisos arriba para tener buenas vistas.
Precisamente, la esquina de Highland Ave con Hollywood Boulevard es uno de los mejores puntos para hacerse una fotografía que recoja todo el ambiente de la zona.
Hollywood Roosvelt Hostel
Además de los teatros, la calle más famosa de Los Ángeles también cuenta con otro punto de interés, el hotel Hollywood Roosvelt Hostel. Allí tuvo lugar en 1929 la primera ceremonia de entrega de los Premios Oscars. Entonces la ceremonia apenas duró unos cinco minutos, no como las largas galas de ahora.
El hotel fue mandado construir por pesos pesados de la industria del cine mudo como Douglas Fairbanks, considerado el rey de Hollwood y primer presentador de la primera gala, y Mary Pickford entre otros. Ambos también participaron en la creación de los estudios United Artists.
Un hotel tan cercano al glamour de noches de estreno y auspiciado por estrellas del cine desde sus inicios cuenta con infinidad de leyendas, chismorreos e historias a su alrededor. Por su habitaciones pasaron Charles Chaplin, Clark Gable o Bette Davis entre otros.
La leyenda más conocida del hotel dice que el fantasma del actor Montgomery Cliff se manifiesta en la habitación 925 recitando los versos “De aquí a la eternidad”, una de sus películas más conocidas. Al parecer, también se manifiestan otros fantasmas.
Amoeba Records
Un buen lugar para acabar el recorrido por la zona es Amoeba, una gran tienda de discos que también cuenta con delegaciones en San Francisco y que desde hace años es más que una tienda. Casi puede decirse que es un lugar de referencia para la contracultura.
Se organizan pequeños conciertos y firmas de discos entre otras actividades. Si vas a la ciudad, recuerda consultar la programación de Amoeba.
Nunca sabes qué gran artista puede estar tocado por apenas 10$. Está situada unas calles más abajo del paseo de la fama.
El recorrido hasta allí sirve para constatar el contraste de la ciudad. A tan sólo unos metros del glamour y los turistas de Sunsent Boulevard ya no hay ni turistas ni estrellas sobre el asfalto. Sólo algunos vagabundos durmiendo sobre las aceras (sin estrellas).