Varanasi fue la última ciudad que visitamos durante nuestra ruta por la India durante 22 días de viaje. Llegamos cansados después de visitar tantas ciudades, sudar como nunca lo habíamos hecho y comer sólo arroz, pollo y verduras durante demasiados días.
A pesar de todo, Varanasi fue una de las experiencias más interesantes del viaje. Pese a que puedes ver escenas muy duras, es una ciudad muy espiritual, con mucha actividad por la calle y con un fuerte olor a sándalo que te recuerda constantemente que estás en un lugar sagrado donde conviven la vida y muerte.
Como la mayoría de ciudades indias, Varanasi es caótica y puedes encontrar todo tipo de animales por las calles: cabras, vacas, búfalos, perros, gallos, monos, etc. Sin embargo, lo que la diferencia de las demás es el Ganges. Toda la actividad e historia de la ciudad gira alrededor del río.
Varanasi es conocida por los ghats, las escalinatas que dan acceso al río.
De buena mañana, las mujeres lavan en los ghats los saris y los monjes acuden para purificarse en el agua. El Ganges no es el río más limpio del mundo, ya que además de recibir las cenizas de los fallecidos, también recibe mucha basura y sirve como lugar de baño para los búfalos (entre otras muchas otras actividades). El ritual para lavar los pecados es exhaustivo y puede incluir hasta un cepillado de dientes con agua del Ganges (!).
Mochileros por Varanasi: qué visitar en dos días
Visitar los ghats de Varanasi
Hay más de un centenar de ghats en toda la ciudad. Cuando el caudal del río baja, quedan al descubierto los numerosos escalones que dan acceso del río.
Como se ha comentado anteriormente, en los ghats se celebran todo tipo de ceremonias. Una de las más espectaculares es la del Ganga aarti, la ceremonia de culto al río que se realiza cada tarde sobre las 19.00h en el Ghat Dasaswamedh.
Es una ceremonia que atrae tanto a locales como a turistas. El ritual gira entorno a los cinco elementos. Cinco brahamanes (sacerdotes) -que representan a cada uno de los elementos- se sitúan sobre cinco altares frente al río y blanden flores -que representan la tierra y la solidez- agua, lámparas y velas – en honor al componente fuego (calor)- e incienso. Éste último elemento representa el estado purificado de la mente a los dioses.
Ofrenda al río Ganges
Una actividad popular que te ofrecen en Varanasi es navegar sobre el río para hacer una ofrenda. El ritual consiste en lanzar unas velas encendidas y flores al amanecer o al atardecer, coincidiendo con la ceremonia del Ganta aari.
Además de la ofrenda, la experiencia vale la pena porque tendrás la posibilidad de navegar a lo largo de la orilla de la ciudad, sin duda el lugar con mejores vistas y desde donde podrás constatar el gran número de ghats que hay en Varanasi y la gran actividad que concentran.
Normalmente se acuerda un precio antes de embarcar y por cada flor y vela se paga una cantidad más.
Visitar los crematorios de Varanasi
Miles de hindúes acuden a la ciudad para poder incinerar los restos de los fallecidos y lanzar las cenizas al río para romper el ciclo de las reencarnaciones y conseguir la liberación.
El ghat de Manikarnina concentra varios crematorios. Es habitual que estando en Varanasi mucha gente se te acerque para ofrecerte excursiones para ver la incineración. Está prohibido fotografiar y hacer vídeos de la ceremonia, por eso te llevan al techo de algún edificio cercano donde puedes ver las grandes pilas de madera.
El precio de la incineración varía según la velocidad a la que se quema la madera y el proceso de cremación puede durar hasta varias horas.
Esta experiencia es bastante impactante, pero personalmente me dejó peor cuerpo visitar el campo de concentración de Sachsenhausen, un entorno donde la muerte tiene un componente mucho más trágico.
Por las calles de Varanasi es relativamente fácil ver cómo llevan los cuerpos en volandas envueltos en mortajas. Eso sí que es bastante shocking.
Visitar el Templo de Vishwanath
Es el santuario hindú más importante de la ciudad, también conocido como Templo Dorado. La estructura del templo consta de una serie de pequeños santuarios dedicados a Shiva localizados en la calle Vishwanatha Galli.
Para acceder a él hay que meterse entre las callejuelas adyacentes y superar varios controles de seguridad. Nos encontramos ante un templo que ha sufrido varios atentados y además es muy popular entre hindúes, ya que se cree que una visita a este templo y el baño en el Ganges son acciones que ayudan a la liberación del alma.
La seguridad puede llegar al punto de impedir la entrada a personas ajenas a la religión hindú. En nuestro caso, en el último control de seguridad nos hicieron dejar la mochilas y todos nuestros objectos personales (no se pueden hacer fotos ni vídeos dentro), además de los zapatos.
Los militares también nos pidieron nuestro pasaporte. Finalmente, tras las típicas preguntas de “quiénes sois, de dónde venís” pudimos acceder.
Vimos un templo muy viejo y bastante sucio con muchos monos y peregrinos dentro. Fue una experiencia un poco agobiante en ese sentido y no nos quedamos mucho rato dentro. Al salir pudimos recuperar nuestro pasaporte y pertenencias sin problemas.
Templo nepalí de Varanasi
Nunca me podía haber imaginado que la visita al templo nepalí de Varanasi pudiera ser tan divertida. Cuando llegamos encontramos a un montón de niños meditando. El templo es pequeño y cuenta con varios murales exteriores esculpidos en piedra con varias representaciones, entre ellas algunas posturas del Kamasutra.
Tras la meditación, nos acercamos al templo y nos sorprendimos cuando vimos cómo los monjes sacaban de sus hábitos varios móviles para enviar mensajes. El monje más mayor resultó ser un cachondo que nos enseñó el templo, recalcando especialmente los murales sexuales. Si te acercabas mucho a él, se rozaba demasiado.
¿Recomendarías una visita a Varanasi?
Más que recomendarla, creo que es fundamental para conocer la esencia de India. Ineludible. Si tuviera que regresar a India probablemente sería una de las primeras ciudad que volvería a visitar.