La capital de Eslovaquia es un punto de paso habitual entre viajeros con destino a Viena, Budapest o Brno. Está conectada en tren a tan sólo un par de horas de esas ciudades, por lo que una escapada a Bratislava no es un plan descabellado si te encuentras por la zona.
Nosotras llegamos a la ciudad desde Brno para agotar el último día de viaje válido con nuestro pase de Interrail. Estuvimos una horas paseando por la ciudad hasta que volvimos a coger el último tren hacia Viena.
Visita al centro histórico de Bratislava
Brastilava es una ciudad pequeña. La concurrida estación de tren se encuentra a unos 20 minutos andando desde el centro histórico.
El centro tiene numerosas calles empedradas y pasear por allí es bastante agradable. Puedes comer un menú por allí por menos de 6€. La zona más bonita está en los alrededores de la plaza del antiguo Ayuntamiento.
Cerca de allí puedes visitar Iglesia de Santa Isabel, también conocida como la Iglesia Azul por la fachada de este color. Es un pequeño templo de estilo art noveau a unos 10 minutos desde el centro.
Castillo de Bratislava
Otro punto de interés es el castillo, situado en lo alto de una colina y visible desde casi todos los puntos de la ciudad. Desde lo alto se pueden ver buenas vistas del río Danubio, que cruza Bratislava.
El castillo es el icono de la ciudad y actualmente acoge el Museo Nacional de Eslovaquia. Se sube cruzando un parque que lo rodea y puedes llegar andando sin problemas desde el centro.
Sin embargo, lo que más llama la atención de la ciudad es el impacto de la arquitectura comunista. El paseo desde la estación de tren hasta el centro es un recorrido entre edificios grises, austeros, de líneas duras típicos de la arquitectura socialista que puede verse en otros países de Europa Central. ¿Bonitos? Más bien no, pero son una muestra de la historia del país.
Bratislava: Encanto post-soviético
En 1945 la antigua Chechoeslovaquia cayó bajo influencia soviética hasta el final del comunismo en 1989. Desde entonces, la ciudad parece no haber cambiado demasiado. Así que puedes tomarte la visita como un pequeño viaje atrás en el tiempo.
La estación de tren es un buen lugar para pasar un rato. Es curioso ver pasar viejos vagones de tren que salen y llegan a Bratislava con todo tipo de pasajeros.
Quizás ese es el encanto real de la ciudad.