Además de un destino con una naturaleza espectacular, la Vall d’Aran es una opción excelente si te gusta pueblear. La mayoría de pueblos de esta zona al norte del Pirineo catalán cuenta con un núcleo antiguo bien conservado o si más no restaurando siguiendo una misma estética común en todo el valle: casas grandes de piedra con tejado a dos aguas de pizarra. También en la mayoría no hay un edificio más alto que la iglesia románica, una de las señas culturales de la zona y que permiten plantearse hacer una interesante ruta por el románico, aunque no siempre encontrarás abiertas estas iglesias abiertas para visitar el interior.
En todo caso, si te planteas visitar la Vall d’Aran en verano o en cualquier época del año, te recomiendo que combines una visita de naturaleza con una recorrido cultural por sus pueblos más bonitos. En Mochileros de viaje te destacamos algunos de los que tienen más encanto.
Bossòst, el pueblo de las 6 ermitas
Este recorrido por pueblos bonitos en la Vall d’Aran comienza con la opción más al norte. A unos 20 kilómetros de Vielha te recomiendo un paseo por Bossòst, uno de los pueblos más grandes del valle. Situado junto al río Garona, el único río de Catalunya que no desemboca en el Mediterráneo y que recoge las aguas de picos como el Aneto, es un buen lugar para refrescarse en verano. Encontrarás algunos bares junto a río, un buen lugar para refrescarse cuando el calor aprieta de día.
Bossòst es conocido como el pueblo de la seis ermitas protectoras. A mediados del siglo XIX la peste rodeaba el pueblo y un monje recomendó a un pastor del pueblo construir 6 ermitas para evitar que la peste llegara al pueblo. Así se construyeron las seis ermitas que hoy puedes recorrer en una caminata por los alrededores del pueblo: Sant Fabian y Sant Sebastian, Sant Roc, Sant Cerat, Sant Joan Crisòstom, Sant Antoni y la Pietat.
Además de esta ruta por la historia no te pierdas los alrededores de la Iglesia de la Asunción de María, la más importante y grande de este pueblo.
Fiel a la tradición románica del valle, conserva el campanario intacto y un interior con tres naves coquetamente decorado con flores y algunas tallas de madera.
En el centro, Bossòst es un pueblo con varias panaderías y tiendas de embutidos donde comprar productos locales. También encontrarás cafeterías y varias tiendas de deportes de invierno y de montaña.
Vilac: flores y vistas panorámicas a Vielha
A las afueras de Vielha, este municipio situado a 1.000 metros de altura ofrece una de las mejores vistas del Mijaran, con los montes de Sarraera y la ribera del Riu Nere de fondo.
Vilac es otro pueblo con un pequeño núcleo de casas de piedra, algunas con dinteles de hace más de 300 años. El color suele ser el protagonista de la mayoría de las calles, ya que Vilac es una de las “Viles florides” (Villas floridad) de la Vall d’Aran. Los pueblos como Vilac que pertenen a esta asociación creada por la Confederació d’Horticultura Ornamental de Catalunya (CHOC) para promover la transformación de rincones, pueblos y ciudades de Catalunnya y Andorra a través de espacios verdes y ajardinados.
El punto más bonito de este pueblo es la Iglesia de Sant Fèlix de Vilach, de estilo románico y con uno de los pocos tímpanos del valle con figuras esculpidas de su portal. El jardín del recinto cuenta con una bonita fuente y está cuidado, lo que lo hace un lugar agradable si buscas sombra y fresco. ¡En verano se agradece mucho encontrar una sombra así y en un lugar tan tranquilo!
Te recomiendo una visita pausada, de pasos tranquilos que puedes dirigir hasta la zona más alta del pueblo para disfrutar mejor de las vistas.
Bagergue, uno de los pueblos más bonitos de España
Es difícil destacar entre tanto pueblo de postal, pero Bagergue es otro de los pueblos bonitos en la Vall d’Aran. El pueblo a más altura de la zona del valle (está a 1400 metros sobre el nivel del mar) es también otra de las Viles florides y además pertenece a la asociación Pueblos bonitos de España, lo que sin duda atrae cada año a más visitantes.
Pese a esta popularidad en el valle, las dos veces que lo he visitado he podido disfrutarlo con mucha calma. La villa empedrada destaca por sus casas grandes, con edificios de varias plantas y de nuevo coronados por los singulares tejados a dos aguas de pizarra. En algunos puntos puede resultar demasiado de postal, pero es un lugar muy acogedor y con pequeñas tiendas de artesanía. También puedes visitar el Museo Eth Corrau, que cuenta con más de 2500 piezas que dan cuenta de la historia de la zona.
No puede faltar en Bagergue, la bonita iglesia parroquial románica de Sant Feliu del siglo XIII, que cuenta con un bonito pórtico. ¡No te lo pierdas!
Unha, encanto aranés
A los pies de Bagergue puedes visitar otra villa llena de flores: Unha, un bello pueblo con tejados de pizarra y otra emblemática torre románica en el edificio de la iglesia de Santa Eulària, situada en la parte alta del pueblo y que conserva un antiguo cementerio.
En Unha encontrarás varios bares y restaurante de gastronomía local. En concreto, te recomiendo el Restaurant Es De Don Joan Casa Carmela, un establecimiento con deliciosas carnes de la brasa y platos típicos de la zona con la olla aranesa, un caldo con garbanzos, patatas, verdura y butifarra o morcilla muy parecido a la escudella catalana o la ensalada catalana también con embutidos.
Por cierto, a la entrada del pueblo fíjate en la Casa Fuerte de Unha, un antiguo baluarte defensivo construido en 1580 y que también cuenta con una buhardilla y una pequeña bodega.
Más románico en Salardú
Si te gusta el románico, debes saber que en Salardú podrás visitar una de las iglesias que conserva frescos en su interior, en este caso recientemente restaurados. Además, es una de las iglesias que habitualmente están abiertas, lo cual no es algo tan habitual.
Dentro en el altar también podrás observar el famoso Cristo de Salardú, una talla románica del siglo XX. Años atrás este tipo de figuras eran fáciles de ver en el Valle, pero muchas de ellas fueron trasladadas al MNAC, el Museo de Arte Nacional de Catalunya situado en Barcelona.
El pueblo es popular porque a apenas tres kilómetros se encuentra la estación de esquí de Baqueira-Beret, por lo que en el pueblo también puedes encontrar varios restaurantes y tiendas de deporte. Dentro de la villa, te recomiendo visitar la Plaza Mayor, donde una figura de un jabalí gigante hace referencia al nombre que reciben en el valle los vecinos de este pueblo.
Arties, encanto junto al río
De todas las villas floridas, Arties es mi preferida. Su encanto: el río que cruza el pueblo y que le da un plus de encanto, lo que lo convierte en otro de los imprescindibles que ver en la Vall d’Aran en verano. En un día caluroso se agradece pasear por este pueblo Además es uno de los pueblos más grandes de la zona y cuenta con un interesante parador con piscina incluida conocido como Casa de Don Gaspar de Portolá.
Alrededor del río se levanta un casco antiguo que se diferencia del de otras ciudades por sus coloridas casas renacentistas de gran tamaño, además de varios restaurantes. A las afueras, incluso puedes relajarte en unas modernas termas.
La iglesia es otra de las joyas del Valle. ¡Un lugar encantador!
Tredòs, entre aguas y brujas
Tredòs merece estar en este listado de pueblos bonitos de la Vall d’Aran. Quizás no es un pueblo con un núcleo tan antiguo como Bagergue, pero tiene su encanto. Uno de los lugares más bonitos es el paseo junto al río, un lugar ideal para refrescarse y donde también encontrarás algunos bares para disfrutar de una terracita.
El pueblo ha ido creciendo con el tiempo gracias a su privilegiada ubicación entre Salardú y Baquiera. Encontrarás también una capilla, la de la Virgen del Rosario, y otra iglesia románica, la de Santa Maria de Cap d’Aran de Tredos, singular por su torre campanario separada de la iglesia.
En Tredòs hay más espacios singulares. Uno de los más me llamó la atención es su plaza mayor en forma circular, con bonitas fuentes donde siempre corre el agua.
Además, en Tredós los más pequeños de la casa pueden disfrutar bastante. Primero en el singular Balcón de los osos, junto al río, donde dos esculturas de unos osos nos sorprenden.
También en el sendero “El camí de les bruixes”, una ruta tematizada dirigida a toda la familia. Junto al río Aiguamòg (encontraréis varios carteles por el pueblo que os llevan al inicio del sendero), propone varios espacios junto a un camino prácticamente en llano en el que los más pequeños disfrutarán de varios espacios “mágicos” como la Casa de la Fada de les Dents (la casa del Hada de los dientes), donde pueden dejar un diente caído para que venga el Ratoncito Pérez, la casa de la bruja e incluso encontrarse con la propia bruja.
¡Un pueblo para disfrutar en familia!